El concepto de interculturalidad nos remite a la idea de diversidad
cultural, al reconocimiento de que vivimos en sociedades cada vez más
complejas donde es necesario posibilitar el encuentro entre culturas.
Ahora bien, el discurso de la interculturalidad no puede construirse
desconectado del contexto social e ideológico de la propia diversidad
cultural, desligado del análisis de cómo se producen las relaciones
entre distintos grupos sociales y culturales u ocultando las estructuras
políticas y económicas que las condicionan.
La interculturalidad requiere análisis rigurosos que favorezcan la
compresión de los conflictos que necesariamente surgen en este contexto
(riesgo de asimilación, de pérdida de identidad cultural, de marginación
social...) y que aporten elementos para definir políticas críticas
capaces de enfrentar lo que constituyen los auténticos obstáculos en
este camino: la injusticia y la desigualdad.